El boom del turismo reaviva la masificación (y la turismofobia)

Después de dos años de parón del turismo, el efecto champán en numerosos destinos este 2022 ha resucitado estampas de masificación turística, y con ellas nuevos episodios de turismofobia. En Mallorca y Barcelona se han recuperado este verano consignas contra las aglomeraciones de viajeros, mientras se urge a replantear el modelo. También en destinos gallegos arrecian las críticas vecinales a la saturación turística.

Y es que tras dos años de pandemia, los turistas vuelven a viajar en masa por España, una recuperación de los viajes que ha reactivado los discursos que magnifican los aspectos negativos del turismo.

Un buen ejemplo de ello es Mallorca, con una ocupación que ya supera niveles prepandemia: en julio, alcanzó el 93%, cinco puntos por encima de julio de 2019.

Algo más de un año antes, la situación era menos boyante: los hoteleros de la isla lanzaban una campaña SOS Turismo, «un grito de auxilio hacia todas las administraciones de todos los niveles que lanza la sociedad balear y su tejido productivo» para pedir un «plan de choque efectivo» con carácter urgente, que incluyera ayudas directas a las empresas turísticas.

Ahora, la ciudadanía ha hecho suya esa campaña y han lanzado SOS Residentes, un clamor contra la masificación turística que se ha viralizado en redes. «Nadie discutiría la actividad turística si no conllevara esta masificación que sobrepasa los límites naturales y humanos», denuncia la entidad ecologista Terraferida

En este sentido, insiste en la necesidad de limitar el número de turistas. «Podemos discutir la cantidad, cómo y dónde, pero si no somos capaces de acordar un techo estamos acabados», advierte.

Precisamente, este viernes la Plataforma contra la ampliación del aeropuerto de Palma denunciaba ante la Delegación del Gobierno en las islas el incremento de la operatividad de Son Sant Joan y exigía al Ejecutivo estatal y autonómico que se limite la llegada de aviones y pasajeros a Mallorca, en un verano de turismo «excesivo» y en un contexto de «colapso climático que evidencia todos los límites y riesgos» del modelo turístico en las islas.

Advirtió de los efectos negativos de este aumento de la actividad en el aeropuerto de Palma, y lamentaron el aumento de la operatividad del aeropuerto de Palma, «la puerta de entrada más importante de turistas a Mallorca», dado que el pasado julio se superaron las cifras de vuelos y pasajeros respecto al mismo mes de 2019

Desde la plataforma criticaron que la masificación turística este verano en Baleares y en Mallorca está en cifras de récord, y reprocharon el crecimiento de la presión urbanística en Mallorca «a un ritmo muy preocupante» y la presión humana «elevadísima» en la isla durante el verano, que afecta a recursos básicos como el agua, la ocupación del territorio y la demanda eléctrica, entre otros aspectos.

Miembros de la entidad ante la Delegación del Gobierno. Foto: Plataforma contra la ampliación del aeropuerto de Palma.

Barcelona

La reactivación del sector también ha dado alas a plataformas antiturismo de Barcelona. La Asamblea de Barrios por del Decrecimiento Turístico (ABDT) ha vuelto a sacar a los ciudadanos a la calle en protesta por el regreso de la saturación turística.

«El retorno del turismo masivo y extractivo en Barcelona es innegable desde hace semanas, como lo son todos sus impactos sociales y ambientales», denuncia

Entre estos impactos, cita la expulsión de los vecinos, la contaminación del aire, la masificación de calles y plazas, la desaparición del comercio de proximidad, además de «emisiones de CO2 fatales para la emergencia climática, concentración laboral en un sector especialmente explotador y precarizador o refuerzo de la dependencia de un sector altamente vulnerable».

El pasado mes junio, la plataforma convocó a sus seguidores en la Rambla a una concentración para denunciar «este modelo ecocida».

Paralelamente, este verano la plataforma Dignitat Tres Turons ha sembrado este verano las calles de la ciudad condal de carteles contra los turistas, sus selfies, los cruceros, Airbnb, la ampliación del aeropuerto y el modelo turístico de Barcelona.

También estos días en las fiestas del barrio barcelonés de Gràcia se ha desenterrado el hacha de guerra contra el turisto masivo. En sus calles han aparecido pintadas con mensajes contra los visitantes extranjeros: «Si hay más turistas que vecinas, ¿son fiestas de barrio?, junto al ya clásico Tourist go Home. Unos lemas que también han replicado las redes sociales.

@jsdemontfort

Antiturismo en Galicia

De igual modo, este verano, Santiago de Compostela ha vivido una sacudida turística tras dos años de coronavirus, con oleadas de peregrinos cantando y vociferando en sus calles que han creado el caldo de cultivo idóneo para dar rienda suelta a las críticas vecinales a las aglomeraciones.

«No debemos ni podemos permitir hordas, con banderas, gritando, ocupando todos los espacios públicos de Santiago, para impedir la convivencia, la paz y la vida ordinaria en Compostela y sus barrios y parroquias. Las personas que viven permanentemente tienen derechos que hay que respetar y garantía…», denuncia una plataforma vecinal

Precisamente, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, destacaba a principios de mes las cifras «récord» de peregrinos que realizan el Camino de Santiago que se viven este verano.

Pero el antiturismo se propaga mucho más allá de Santiago. Este verano el colapso de las playas, las gasolineras llenas de vehículos, bares con aforos completos o supermercados atestados han desatado inquietud entre los residentes de las Rías Baixas, Pontevedra. “Están haciendo de Galicia otro Benidorm”, denuciaba un vecino a través de las redes sociales.

Precisamente, en Cangas nacía este año la Plataforma de Afectados polo Turismo do Morrazo, que reclama alternativas al «sobreturismo» que soporta la villa y su comarca

Para Cristóbal López, portavoz de Ecologistas en Acción, “el mayor problema es que ningún ayuntamiento de la zona está preparado para absorber tanta gente”.

Por ello, López advierte de la posibilidad de que se dispare la “turismofobia de la población autóctona”, sin descartar que en Galicia acabe por suceder lo que ha pasado en lugares como Barcelona o algunas ciudades de Italia, donde movimientos ciudadanos reclaman que les dejen disfrutar de su ciudad y sus servicios.

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Fuente: Hosteltur

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