Espiral inflacionista, subida de tipos, crisis energética y planes para el racionamiento del gas en Europa… El escenario económico empeora y todo apunta que las turbulencias se agudizarán tras el verano. Ante la tormenta que se avecina, ¿qué pueden esperar los hoteleros tras el ‘efecto champán’ de esta temporada? La situación económica no será para tirar cohetes, pero mucha gente seguirá viajando, explica José Antonio Fernández de Alarcón, socio del gabinete Monlex. «Ni en lo peor de la crisis financiera (de 2008) se paralizó la venta de viajes», recuerda.
De este modo, aunque se suceden las voces advirtiendo de la compleja coyuntura que viene tras esta temporada, en la que se ha registrado una fuerte despegue de la actividad turística y ya se han rozado e incluso superado cifras de 2019, Fernández de Alarcón descarta el pesimismo para el sector.
«Salvo una situación tan grave como la vivida con la pandemia, cuando se restringieron absolutamente todos los movimientos, está claro que aunque tengamos una situación económica difícil la gente desea viajar, es algo que se ha convertido en una ‘commodity’ básica», sostiene
A su juicio, esta apuesta segura por el turismo, que este año tirará del crecimiento económico del país, nos diferenciará de otros sectores económicos que sí se van a ver afectados por la situación, como los bienes de consumo. «Quien tenga que comprar algo que no sea de vital necesidad esperará, además, ahora tendrá más problemas y le saldrá más caro el préstamo», señala, en alusión al encarecimiento del precio del dinero.
«Pese a la crisis, hay cosas básicas que se mantienen y viajar ya está entre esas cosas básicas. En Europa hay 500 millones de personas y siempre hay movimientos. Y esto va a seguir después del efecto champán, con lo que el turismo no va a tener una situación tan grave como otros sectores», defiende.
En este sentido, recuerda que tras dos años de restricciones con la COVID, este verano se está registrando una altísima demanda e ilustra con un ejemplo. «Estos meses se vuelve incómodo volar, hay retrasos y cancelaciones, pero la gente sigue como loca por viajar», detalla.
Efectos
No obstante, advierte de que el duro otoño económico que está por venir sí puede pasar factura al sector: se podrán ver reducidos los márgenes de las empresas, por los altos costes derivados de la inflación, mientras que con la subida de tipos las posibilidades de financiación serán más complicadas. Y aunque seguirán los viajes, sí que podrá verse afectada parte de la demanda, ya que «habrá gente que no pueda», algo que ya sucede estos meses estivales.
«Por tanto, a lo mejor hay que mantener precios, que no podrán subir, y eso significa reducir márgenes», incide
«Hay incertidumbre, sí, nadie se atreve a cuantificar nada, después de dos años de pandemia y ahora, la guerra de Ucrania», constata el socio de Monlex, que al mismo tiempo descarta que vayan a afectar a los hoteles los planes para la reducción de consumo de gas de la UE.
Viajeros en un aeropuerto. Foto: Aena.
El optimismo de Meliá
Aún más optimista con respecto a lo que aguarda tras el verano, se mostraba esta misma semana Meliá Hotels International, tras presentar sus resultados del primer semestre, unas cuentas que a su juicio «preludian un tercer trimestre muy positivo» tanto por una fuerte demanda vacacional que continúa acusando la ‘demanda embalsada’ de los dos pasados años, como por el comportamiento, mejor de lo esperado, de los hoteles de ciudad, que en algunos casos superan ya las cifras previas a la pandemia.
De este modo, avanzaba sus buenas perspectivas para el tercer trimestre «tanto en los hoteles urbanos, especialmente en los destinos más turísticos (que combinan ocio y negocios) como Palma, Alicante, Valencia, Coruña y Cádiz, como en los vacacionales, donde se mantiene la previsión de un incremento de doble dígito en el precio medio, fundamentalmente en los destinos de lujo como Marbella, Ibiza, Tenerife y Fuerteventura»
Sombras
También, CEHAT (Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos) y PwC advertían a principios de julio de las malas perspectivas económicas que se aproximan, lo que según destacaban, va a erosionar la capacidad de compra del consumidor y la rentabilidad hotelera por el incremento de los costes operativos.
Sin embargo, ante el negro panorama que se espera tras el verano, esgrimían la resiliencia del turismo. «Sabremos salir adelante, aunque cada vez se complica más por la evolución de indicadores que afectan de manera directa al sector”, señalaba Cayetano Soler, socio responsable de Turismo de PwC.
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Fuente: Hosteltur