Las olas de calor que están afectando este verano a nuestro país, la falta de lluvia y el incremento del consumo de agua han dejado el nivel medio de los pantanos en España por debajo del 40%. Y lo que supone un grave problema tiene, sin embargo, una cara positiva: han dejado al descubierto ruinas y restos arqueológicos que están llamando la atención de los turistas, aunque con situaciones de masificación en determinados enclaves.
Cientos de embalses registran niveles mínimos de agua y el cauce de los ríos se ha reducido este verano en diversos puntos de nuestra geografía. Emergen así restos de iglesias, puentes, pueblos enteros y hasta restos de gran interés arqueológico.
Aparecen espacios como el dolmen de Guadalperal, apodado el Stonehenge español, en el embalse de Valdecañas, en la provincia de Cáceres; el pueblo hundido en el pantano de Iznájar, en Córdoba; o el de Aceredo (Ourense) que en la década de los noventa quedó sepultado bajo las aguas, entre otros muchos restos emergidos en las últimas semanas.
La posibilidad de acceder a lugares imposibles de visitar en otros momentos atrae a miles de curiosos, pero en ocasiones alteran la tranquilidad y la rutina de estos espacios. Como ha sucedido este verano en Vilanova de Sau, un municipio de la provincia de Barcelona donde su alcalde ha limitado las llegadas al pantano de Sau ante la gran cantidad de visitantes que quieren ver los restos del pueblo de Sant Romà, sumergido en 1962 y que ahora ha quedado al descubierto.
Desde el 24 de junio y hasta el próximo 11 de septiembre, para entrar en el Valle de Sau es necesario reservar previamente una de las 90 plazas de parking y pagar cinco euros (dos para las motos).
El regidor, Joan Riera, rechaza el «turismo de sequía” y asegura que «no tenemos que celebrar esta afluencia de turistas porque es consecuencia de un desastre natural que está afectando mucho nuestra zona». En declaraciones a Efe, ha lamentado que esta afluencia haya provocado, en algunos casos, «actitudes incívicas» y «haya dificultado el acceso de los vecinos al pueblo», que han llegado a quedar retenidos en la carretera más de una hora por las colas de vehículos.
Con la construcción del pantano de Sau, en 1962, la iglesia, construida en el siglo XI, quedó parcialmente cubierta por las aguas junto con el pueblo de Sant Romà. Cuando el nivel del agua es normal, puede apreciarse el campanario, peo este verano, con la sequía, se pueden ver más restos del antiguo pueblo.
«La gente viene llamada por el ‘efecto Instagram’, para hacerse rápidamente un ‘selfie’ con la iglesia e irse tras haber dejado todo lleno de basura», se queja el alcalde
«Es bueno que haya turismo y que disfruten del pueblo y del valle, pero es cierto que tanto turismo también nos perjudica», añade.
El ‘efecto Instragran’
Pero el, “efecto Instagran”, como lo ha denominado Riera, se extiende a otros lugares de España que también han quedado al descubierto por la sequía, aunque no han registrado esa llegada masiva de visitantes, como en la localidad ourensana de Bande, de apenas 1.500 habitantes, donde, entre otros restos, se puede apreciar el campamento militar romano de Aquis Querquennis, también conocido como «A Cidá».
A menos de 30 kilómetros de allí, en el límite con Portugal, han quedado al descubierto las ruinas del pueblo de Aceredo, en el embalse de Lindoso, desaparecido en el año 1992.
En la provincia de Lugo, en Portomarín, a orillas del Miño, la falta de agua permite pasear por las antiguas calles de la localidad como consecuencia de la falta de precipitaciones.
En Cantabria, cuando llegan épocas de sequía, el pantano del Ebro deja al descubierto la catedral de los peces; las ruinas del puente Noguerol y el esqueleto del aeródromo de Orzales, en Campoo de Yuso, según ha indicado a Efe la directora general de Patrimonio Cultural y Memoria Histórica, Zoraida Hijosa.
En el embalse de Iznájar, el mayor de Andalucía por capacidad, aunque ahora por debajo del 18%, la bajada del agua permite apreciar las estructuras que inundó en 1969 y también de una necrópolis ibera y restos romanos, para los que se están organizando con gran éxito visitas guiadas.
En Extremadura, aparte del Dolmen de Guadalperales, formado por decenas de piedras megalíticas, la sequía también ha dejado al descubierto el puente de La Mesta, en Villarta de los Montes (Badajoz), de más de 200 metros, que data del siglo XIV y que era paso para el ganado por la Cañada Real Leonesa.
En Aguilar de Campoo (Palencia), la sequía permite apreciar ahora las ruinas del puente medieval (siglos XIII y XIV) de la desaparecida localidad de Villanueva del Río.
Fuente: Hosteltur